
Texto Bíblico: Juan 16:33
“En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”
(Juan 16:33, RVR1960)
Introducción
La vida cristiana no está exenta de pruebas, dolores y tristezas. Jesús mismo lo advirtió: en este mundo enfrentaremos dificultades. Sin embargo, el mensaje no se queda en la advertencia, sino que trae una promesa poderosa: Cristo ha vencido al mundo. Esa victoria es también nuestra seguridad.
1. Las pruebas son parte de la vida
Jesús no ocultó la realidad: la aflicción es inevitable. Las crisis llegan, la tristeza toca la puerta y el dolor se hace presente. Pero las pruebas no significan derrota, sino una oportunidad para recordar que no estamos solos.
2. La victoria de Cristo es nuestra victoria
Cuando Cristo declara: “Yo he vencido al mundo”, nos está mostrando que la batalla ya fue ganada. Él venció las tentaciones, el dolor, la cruz y la muerte.
Por esa razón, cada mañana debemos levantarnos con una convicción firme:
- Somos más que vencedores en Él.
- Tenemos la bandera de la victoria en nuestras manos.
- Nada podrá separarnos de su amor.
3. Un corazón agradecido en medio de la prueba
La fe verdadera no se limita a pedir, sino también a agradecer.
Podemos decir:
- “Señor, gracias por esta situación que atravieso.”
- “Gracias porque, aunque falte lo material, sé que Tú proveerás.”
- “Gracias porque, aunque mi salud esté débil, por tus llagas tengo esperanza de sanidad.”
Un corazón agradecido transforma la angustia en confianza.
4. De la prueba al testimonio
Cada proceso difícil, cada lágrima y cada lucha, Dios los convierte en testimonio de su poder. Como enseña Romanos 8:28:
“A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.”
Lo que hoy parece doloroso, mañana será una historia de victoria que glorifique al Señor.
Conclusión
Las pruebas, las tristezas y las dificultades son parte de la vida, pero no definen nuestro destino. Cristo venció y, con Él, somos más que vencedores.
Anímate, fortalece tu fe y levanta tu mirada, porque el Señor que venció sigue estando contigo.
¡Un abrazo y que tengas un día de victoria en Cristo Jesús!