
Muy buen día: ¡Que la mano de Dios te acompañe en este hermoso sábado!
“¡Dad gracias a nuestro Dios! Demos a conocer entre las naciones todo lo que Él ha hecho.”
— Salmos 105:1
Qué privilegio tan grande es poder levantarse por la mañana, escuchar el canto de las aves, contemplar la naturaleza y, sobre todo, dar gracias a Dios. Hoy, tanto usted que me escucha como yo que puedo hablar, tenemos la dicha de estar vivos. Y eso ya es un motivo suficiente para alabarle. Independientemente de las dificultades que podamos estar atravesando, estamos aquí, firmes, parados en la brecha por la gracia de Dios.
Dar gracias es obedecer a Dios
Esta mañana, te invito a darle gracias al Señor. Pero el salmista nos pide algo más: que demos a conocer entre las naciones todo lo que Él ha hecho. Cuando una persona es agradecida, lo comparte; cuando has experimentado la bondad de Dios, inevitablemente lo cuentas a otros.
La historia bíblica nos muestra cómo, en una ocasión, diez hombres leprosos fueron sanados por Jesús, pero solo uno de ellos regresó para dar gracias. El agradecimiento es importante: no solo para nosotros, sino también para quienes nos rodean.
Agradecer y proclamar las maravillas de Dios
Hoy, que tienes vida, que puedes abrir los ojos y contemplar la creación, levanta tus manos y dale gracias a Dios. No te guardes el testimonio: cuéntale al mundo lo que Dios ha hecho por ti. Grita, anúncialo, que todos sepan que Dios ha sido bueno, que Dios te sostiene, que Dios te sana.
Dile:
“Gracias, Dios Padre, porque puedo abrir mis ojos, ver tu rostro a través de la naturaleza, levantar mis manos y exaltarte.”
Oración final
Señor, esta es una mañana especial. Me invitas no solo a agradecer, sino a proclamar tus grandezas. Hoy decido contarle al mundo que Tú eres bueno, grande y maravilloso. Gracias, Señor, porque estás aquí. Siento tu presencia, te bendigo y te doy gracias en el nombre de Jesús. Amén.