
Reflexión – Mateo 20:28
Hola, hola. ¡Buen día! Que el Señor te bendiga grandemente.
Te regalo esta palabra que está en Mateo 20:28:
“Así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”
Es una palabra de refrescamiento para nuestras vidas, donde el Señor otra vez nos invita a entender que nosotros somos gente llamada a servir.
A servir a los que menos tienen. A servir, no a ser servidos.
Vivimos en un mundo donde todo el mundo quiere que le sirvan, quiere que le den honra, quiere que le den pleitesía.
Este es un recordatorio de que el servicio es lo más importante para poder caminar en este mundo.
Jesús mismo lo demostró tomando un lebrillo, una toalla, y lavando los pies de sus discípulos.
Esa es nuestra consigna. Esa es nuestra misión: servir.
Que hoy, este día viernes, usted tenga claro que servir es un privilegio, que servir es un acto de amor, y que servir también es un acto de obediencia.
¡Ánimo! Sirvamos a Dios con alegría.
Padre, ayúdanos a hacer lo mismo.
Ayúdanos, Señor, si existe por lo menos un mínimo pensamiento donde en nuestra vida haya prepotencia, orgullo, altivez o jactancia… quítalo.
Ayúdanos a amar a los que no tienen. A servir a todo el mundo, Señor.
Esa sea nuestra consigna hoy: que salgamos a la calle, donde el vecino, el amigo, donde quiera que vayamos, y si podemos servir, que lo hagamos con amor.
¡Que Dios te bendiga! Que tengas un día lindo.
Aprovéchalo. Aprovéchalo para sentir un abrazo. ¡Bendiciones!